Después de un mes y algo en mi nuevo centro de trabajo, puedo decir que ya estoy adaptada. Me siento cómoda, feliz, tranquila, apreciada por mis compañeros/as y que tengo una conexión bonita con mis alumnas y alumnos. Son muy graciosos/as y afectivos/as. Me gusta el inmenso patio que tenemos para nosotras/os. Ver cómo les brillan los ojos. Las risas. La luz del sol atravesando los ventanales. Nuestras nuevas rutinas. Los ratos de yoga, de arte, de ideas. También me he adaptado al otoño, a pesar del enorme amor que siento por los veranos. Voy apreciando el cambio inexplicable y perfecto de la luz ambarina que adquieren las tardes, el cierre prematuro de los días, el sosiego de las siestas ahora que me echo una manta suave por encima, el fresquito de las mañanas… Tengo que admitir que es hermoso observar el cambio de la naturaleza, como un león desperezándose tranquilamente en cada estación. Van a exponer de nuevo un par de fotografías mías en Madrid y esta vez no hay cierre perimetral que nos impida ir. Bimba viene por supuesto. NOs alojaremos cerca del Retiro para que ella pueda correr todos los días, incansable y preciosa, detrás de su sombra. Creo que nos esperan unos viajes preciosos este otoño. Y quiero que allá por enero podamos jugar en la nieve blanca y espesa, fulgurante y helada. No sé. Pero hasta entonces, toca disfrutar de aquí, de esto y ahora.
Helena Lago Escritora 