Captura de pantalla 2016-12-31 a las 18.29.15.png

Para este año muchas cosas. Lo primero felicitaros por seguirme, leerme, tratarme así con tanto cariño, todo lo mejor para vosotras.

Y ahora sigo con lo mío.

El 2016 ha sido tan intenso y tan bonito… Qué especial. Con sus lágrimas, un duelo, el amor, viajes, ganas, alegría, incertidumbres, caminos, una familia creciendo, el cielo otra vez tan salvaje y cristalino…

He crecido muchísimo espiritualmente (y quiero seguir haciéndolo). Dicen que crecer duele y es cierto. Ha dolido. Tal vez porque salir al mundo y exponer el corazón otra vez, es difícil. Aprender a confiar, a decir sí, a deshacer la coraza, a rehacer todo lo que andaba roto. Aprender a vivir sola. Y volver a idear una convivencia con alguien. Empezar de cero. Tomar decisiones muy importantes… Ha sido muy bonito, pero intenso. Crecer ha sido una de las experiencias más hermosas que he tenido, a pesar de todo.

Me dan ganas de decir otra vez gracias a todas esas personas (y animales no humanos) que han estado aquí para quererme mucho. Me llevo todas esas manos, brazos, voces, afecto… Sabía que tenía amigos estupendos y una familia buenísima, pero no tenía ni idea de hasta qué punto me adoraban.

El 2016 me regaló a Inés, después de yo inventármela en un libro, apareció de la nada, así por sorpresa. «Me llamo Inés». «Yo me llamo Helena». «Sí, eso lo sé, porque te he leído». «Pues eso, me llamo Helena». «Y yo, Inés y cuéntame, háblame de ti». «Pues mira, yo nací en Sevilla, tengo el corazón un poco roto por los lados, mira, amo los libros y el cine y el teatro…». Y fuimos hilando una vida, transformando mis miedos en sueños, y conseguimos cosas maravillosas al mirarnos. Ha sido (y es) una experiencia preciosa,  abrumadora a veces, no sé. Hemos vivido mil cosas bonitas. Podría describir tantas… Inés y yo más que nada, nos queremos, arrullamos, acompañamos, soñamos, reímos, lloramos… Yo quiero que el 2017 siga arropándonos así, siga diciéndonos que sí a todo, que lo hagamos, que es bonito atreverse.

En nada uvas, vestidos, beso. En nada, estrellas, promesas y un «Érase una vez» porque empieza y sigue el cuento.